martes, 7 de abril de 2009

Jesús pop



Para MariCa.
(Fragmento de La pantalla que sangra)

La luz es roja. La luz es amarilla. La luz es azul. La luz es verde. Es roja y verde y amarilla. También es morada. La luz es innombrable. La luz es invisible. La luz es tonta. La luz soy yo.

Me estoy filtrando por la ventana de mi habitación. Me estoy buscando. No me encuentro. No estoy. No estoy porque soy la luz y me estoy buscando sin encontrarme. Tan solo la habitación girando a la par del universo. Soy la habitación y soy la luz. Soy la televisión encendida. Soy los zapatos azules bajo la cama. Y no soy.

No soy porque soy la velocidad de las cosas. Porque soy Dios, y ser Dios es ser la velocidad, o el movimiento, o la muerte. Porque la muerte es un movimiento que nos llega con la velocidad de la luz, que a su vez es la velocidad de las sombras que giran como yo. Porque estoy girando en el centro de la habitación, y me estoy buscando mientras me deslizo por la ventana iluminando la pared. Porque ilumino la pared y la almohada y la mitad de la cama. Porque sí.

…que no, que caiga un chaparrón pa` lavar mi pantalón que está sucio de popó…

Niños.

Los niños están jugando. Hacen una rueda y cantan para recibir a las primeras gotas de lluvia. Yo los escucho mientras me busco. Mientras ilumino lentamente la pared y la almohada y parte de la cama. Pero algo permanece oscuro ante mi. Algo va oscureciendo la pared de enfrente mientras me filtro por la ventana, iluminando. ¡Que llueva Que llueva, La Virgen de la cueva! Entonces todo permanece en un sepia sucio, en una tonalidad podrida. Y pienso que así debe ser el color del alma. Así debe ser uno por dentro. ¡Los pajaritos cantan Las nubes se levantan! Voy estirando los brazos para deshacer esa sombra. Estiro los brazos y las piernas y el cuello mientras me escurro por la ventana e ilumino la pared. Voy a coger esa sombra por el cuello y le voy a sacar los ojos. Le voy a sacar los ojos y me los voy a comer. ¡Que si Que no! Que no puedo atraparla y sin embargo empieza a atacarme. Me ha cogido por los pies pero no me hace nada. Se ha quedado allí nomás, agarrada de mis pies. Y ahora; ahora me ofrece sus pies para que los agarre. Sus pies. ¡Pa` lavar mi pantalón! Sus hermosos pies. ¡Que está sucio de popó!

Giros
Girando
Ella soy yo
Yo soy ella
No somos

¡Que llueva Que llueva, La Virgen de la cueva! Giramos con el universo, tomadas de los pies. Una parte ilumina la pared y la otra la oscurece. Es la sombra empujando a la luz y viceversa. La paradójica naturaleza de Dios, en manifestación constante. Es ella en mitad de la habitación. ¡Los pajaritos cantan! Soy yo, con los ojos bien abiertos ante la tele. ¡Las nubes se levantan! Expulsando pequeñas bocanadas del cigarro. ¡Que si! Las luces apagadas ¡Que no! Las manos mueven el control, salteando los canales. ¡Que caiga un chaparrón! De pronto, algo está allí. Un agujero en el tiempo. Una caricia cósmica sobre mi cabeza. ¡Pa` lavar mi pantalón! Y aprieto los ojos, y veo aquello en medio de la oscuridad que palpita con infinitos puntos fluorescentes. ¡Que está sucio de popó! Y la veo escalando la pared dividida en giros de luz y sombra. Tan blanda y tan exacta. Toda ella salamanqueja. Toda ella Dios. Pero ahora es distinto. Ahora es fluorescente como la pantalla de la tele. ¡Que llueva Que llueva! Como la herida de estos días.