lunes, 23 de febrero de 2009
Vulgar Frida
Yo tenía un gato en blanco y negro.
Ágil como un pájaro y tierno como una lombriz… pero le gustaba más hacer de gato.
A decir verdad lo vi uno que otro día haciendo de perro.
Y un domingo, cuando apagamos las luces desde la cama, lo vimos nadar hacia el televisor, suspendido, como si volara.
Al día siguiente ella dijo que la lluvia había mojado toda la casa
Y yo guardé silencio.
Y dijo que me quería.
Y yo guardé silencio.
Y gritó
Y yo guardé silencio.
Y cuando empezó a llover de nuevo dije cosas
Cosas que se dicen con rabia
Y eran palabras lejanas a mi voluntad.
Entonces salimos con el gato. Lo envolvimos en un sweater verde para que jodiera y ladrara por la ventana abierta. Pero se quedó dormido y nosotros no.
- ¿Está brava la niña?
- No señor taxista. No. Está enferma, si supiera usted que le está creciendo un árbol en la cabeza.
Ella se quitó el pañuelo e inclinó la cabeza para que el taxista le viera las ramas.
- Si – Dijo – Está como brava.
Cuando llegamos al concierto el gato no se quiso mostrar.
Le dieron ganas de ser humo.
Entonces las cosas cambiaron.
El gato dejó de ser blanco y negro.
Ya no ladraba bajo la cama ni saltaba a las paredes.
Y ella no dijo nada.
Ella era un árbol sobre el andén y estaba furiosa.
Yo dije cosas de nuevo, buscando palabras que me abrieran la puerta y salir a leer y fumar en cualquier lugar.
Pero me equivoqué y tomé un taxi.
Esa mañana el gato me dijo que se sentía mal.
Que tenía ganas de morirse.
Estaba blanco, parecía hecho de algodón y lana.
Entonces fue ratón. Y gusano. Y hormiga. Y liendra. Y nada.
Quedó invisible.
Como un pequeño tumulto de cenizas.
Ella sigue plantada a la salida del teatro.
…Deshojándose…
La gente sigue siendo la gente.
Del gato ya sabemos mucho.
Lo demás fue la lluvia.
…vulgar… lluvia.
Y la lluvia.
Y la lluvia…